Engelszell Benno Trappistenbier - http://www.ratebeer.com/beer/engelszell-benno-trappistenbier/196688/
Pues la otra birra que nos llevamos del monasterio trapense de Engelszell tras visitarlo de pasada fue esta belgian ale (aunque en este caso es austríaca). Con que esté la mitad de rica que su Gregorius me vale 😀 .
Servida tiene un aspecto la mar de apetecible: entre granate y marrón, turbia y con buena espuma, pide a gritos acercar la nariz a ver qué se cuenta.
Y bueno, pues huele la mar de bien, un olor que me pareció muy dubbel belga, dulce y afrutado, con esos tonos que a mi me hacen pensar en frutas rojas maduras, tipo ciruelas o así. A pesar del dulzor me pareció que al terminar de inspirar venía un toquecillo como ácido, quizá cítrico, me recordó un poco a la riquísima Abbaye des Rocs de navidad.
Eso que era tan sutil en el olor tomó protagonismo en el trago, pues además de la fruta típica de una cerveza de estas me pareció en el regusto bastante más entre ácida y amarga de lo que yo esperaba. De hecho casi diría que era bastante lupulada, lo cual compensaba bien, redondeaba el trago para mi gusto, además de hacerla original.
Curiosamente, poco a poco el perfil belga más clásico fue ganando presencia hasta hacerme casi olvidar cómo había empezado. Sus 6.9º no me pareció que se notasen, excepto quizá en lo seca que dejaba la lengua.
Pues me pareció muy buena, sabrosa y con un punto original que además la alejaba muy mucho de ser empalagosa, y que gracias a cómo fue cambiando la hizo la mar de entretenida. Aunque no sale muy barata, al haberla comprado directamente en el monasterio, no fue para tanto: unos 2.50€.

Engelszell Gregorius Trappistenbier - http://www.ratebeer.com/beer/engelszell-gregorius-trappistenbier/171748/
El ligero parón en la actividad del blog no sólo se ha debido a las muchas barbacoas, algunas regadas con helles, y otras con otras cosas, sino a un viaje de fin de semana a Viena, en el que a la vuelta mi mujer tuvo la feliz idea de proponer una parada en la abadía de Engelszell, que recientemente saltó a la fama cervecera por convertirse en el octavo monasterio trapense que fabrica y vende su propia cerveza (y que por cierto, es muy bonito).
Esto me permitió hacerme con una cerveza apropiada para celebrar la entrada número 250 😀 , una quadrupel austriaca que los monjes han dado en llamar Gregorious y que es turbia y de color entre granate y violeta, además de lucir una generosa espuma que fue creciento lentamente hasta formar un gracioso copete.
Al abrir la botella ya salía un dulce aroma a chocolate y toffee, muy belga, agradable e intenso. El caso es que servida apenas noté aroma al principio, y tardó mucho en volver a notarlo mi nariz, aunque cuando lo hizo era afrutado e intenso.
El sabor es sin duda muy belga de nuevo, muy afrutada, tipo ciruelas rojas o pasas, o fruta escarchada, y con un final alcohólico que no me molestó en el sabor pero si noté de forma muy agradable en la boca y garganta en forma de calorcito tipo licor (tiene 9.7º, que no es ninguna tontería). Tenía una ligerísima nota metálica, o eso me pareció en los primeros tragos pero no especialmente molesta o notoria.
En el regusto también me pareció muy acaramelada, un poco tipo piruleta, y me hizo pensar en una dubbel hipervitaminada, recordándome a la excelente Abbaye des Rocs Brune. El caso es que con los tragos se volvió un poco desbocada, excesivamente sabrosa, empalagosa incluso, con un sabor muy tipo higos o similar. Bien es cierto que me tomé botella y media, pues de tan intensa Carol se dejó la mita 😀 .
Es curioso: la juzgué bastante descompensada y algo empalagosa, excesivamente intensa y pelín alcohólica... y me encantó. Quizá es que hacía mucho que no tomaba nada así, pero me pareció muy buena a pesar de sus "fallos", si se los quiere considerar como tales. Me da la impresión de ser buena candidata a meterla en el sotano y olvidarse de ella un par de años. La compré directamente en el monasterio a 2.50€, un precio que no es caro, aunque algo subido para ser venta directa.